16.11.08

Libertad e Igualdad

En la película como en la vida misma, la libertad y la igualdad es la utopía de la felicidad.

La libertad no es realmente como parece, siempre se encuentra subordinada al estereotipo colectivo de la sociedad en la que vivimos. Ya que de acuerdo a nuestro color de piel, nuestra religión, nuestro nivel económico esta libertad se va a ir adecuando, y la igualdad va a ser un producto de las sobras de esta libertad.

Es un hecho que no somos todos iguales, pero esta desigualdad es la que nos limita de acuerdo en que posición nos encontramos. Por ejemplo, la discriminación hacia distintos grupos va a ir variando cuando cambiamos de ámbito, y hasta algunas veces esta situación se va a hacer presente hasta en nuestro mismo círculo.

Parece natural y real hablar de libertad, cuando en realidad jamás somos tan libres como creemos, pero siempre el contexto en el que vivimos va a ir moldeando esta libertad. En la libertad de elección, hoy en día es muy frecuente mirar a nuestro alrededor y descubrir grupos fuertemente influenciados por corrientes estereotipadas, ya sea por su vestimenta, por su forma de hablar, por sus gustos musicales, y a veces esta libertad de elección y expresión es tendenciosamente aprovechada comercialmente.

Aunque tengamos libertad de elección, esto parece un tarea difícil, porque ser distinto implica otras cuestiones, y resulta más difícil ya que en la mayoría de los casos el miedo al rechazo y a la discriminación es más fuerte.

Para Mournier, la libertad absoluta es un mito “No todo es posible, no todo es posible en todo momento. Estos límites cuando no son demasiado estrechos, constituyen una fuerza”. La libertad personal no es mero ejercicio de la espontaneidad, de la mera elección de esto o de aquello, dado que al elegir el hombre se construye o destruye a sí mismo. La libertad responsable es aquella que se inclina hacia el sentido de la liberación, es decir, de la personalización del ser humano y el mundo.

La idea de igualdad, en cambio, separa a Mournier de otros existencialistas. Esta idea debe desligarse de sus resonancias aritméticas. La igualdad del género humano, no puede vincularse a la identidad. Sin negar la anterior afirmación de que el hombre, cada hombre se hace a sí mismo de acuerdo a su propio proyecto y circunstancias. La igualdad de las personas debe buscarse para este filósofo, en la idea de la finalidad común, de un destino de justicia y trascendencia.

Para Sartre, por su parte, el hombre es un ser condenado a ser libre, “condenado” porque no se ha creado a sí mismo, y por otro lado “libre”, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.

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